Una carta tuve un día de
un amigo del alma.
Que
su forma de vida lo
llevo hasta un penal.
Lo
enchiqueraron entre otras cosas
porque
su sentido de la libertad
le
hizo decir cosas que
a los demás no gustaban.
Recogí
su carta temblando de alegría
y
empecé a leerla con prisa y
con ansiedad.
Me
contaba entre otras muchas cosas
un motín
que hubo para
intentar arreglar
las
penas y fatigas que estaban pasando
los
presos que un motivo estaban
purgando
y que eran tratados a
punta de pie como un perro.
Si
vieras, me decía, querido colega
la
de chavales jóvenes que
hay aquí adentro.
Pagando
una condena que ni ellos conocen
y es
que to el día en la calle no
enseña na bueno.
Si
hubiera mucho trabajo donde
poder currelar
seguro
que no habría tantos
presos comunes
que
tiene que pasar los
años de su juventud
metidos
en una trena.
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