Nueva
chirigota, también un nuevo disfraz,
nuevas
ilusiones, ricas ganas de agradar,
pintadas
las caras como es tradicional,
con
gesto grotesco le venimos a cantar.
Las
Brujitas Piti fuimos el año anterior,
no
nos entendieron, nos mandaron al cajón,
y
hasta censuraron nuestra buena afinación,
pero
al fin y al cabo ya todo aquello pasó
y
aquí estamos al pie del cañón.
Mucho
cuidado que los que cantan son cocos,
los
que viven en las leyendas, viejos cocos,
los
que tienen por hogar
esa
cueva singular de María Moco.
Venimos
a llevarnos a todo aquel que
(¡ay
que viene el coco mamá!),
que
no sea sincero,
y
a meter en el saco a los que veamos
(¡ay
que viene el coco mamá!),
rompiendo
un plumero.
Qué
bello es poder soñar
y
disfrazados de cocos cantarte piropos
y
nunca asustar.
Viejo
Cádiz marinero,
fino
y principesco
como
el propio hogar.
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