Sentía en la penumbra la voz de mi Lola
casi adormidera, meciendo la cunay aquella no era una nana cualquiera:
Duérmete, mi niña, duérmete, tesoro,
mira que si no te va a coger el Dios Momo.
Sueña con el disfraz
que tu pare te ha comprao,
zapatos y madroñera
y ya tienes terminado
tu vestío de piconera.
Si eres buena te voy a comprar
un gran cartucho de papelillos
pa que se lo puedas tirar
mañana en la cabalgata
a todos los chiquillos,
y luego veremos quemar
la bruja que asusta a los niños.
Y voy a hacerte una foto
en San Juan de Dios
y daremos una vuelta
por el barrio de la Viña.
La besó de emoción
y con esa ilusión
se durmió mi niña.
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