En el siglo XX en el que hemos de vivir
duerme la ternura, parece próximo el fin.
Cánticos de guerra reinan libres por el mar,
agoniza el aire, es difícil respirar.
Millones de cocos existen de malvivir,
muchos que pululan en las noches sin sentir,
y que se dedican a robar, e incluso a herir,
y otros que sentados en oficinas igual
suelen dedicarse a delinquir.
Es este un mundo egoísta y embustero
en el cual viven miles de carros de fuego,
euromisiles allá, más nucleares.
Mucho cuidadito que viene el Reagan,
(ay, que viene el coco, mamá)
de Estados Unidos,
para hacerle frente muy preparado
(ay, que viene el coco, mamá)
un oso felino.
Planeta, rey universal,
tu naturaleza rica,
tus mares y tierras y la humanidad
peligran por esos cocos
que faltos de coco
no saben pensar.
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