En la Bahía de Caí una
frase se ha puesto de moda,
sintonía de valor y fuerza, del orgullo y sentir de mi tierra:
Astilleros de Caí, compañero, Astilleros no se cierra.
Es
un gaditano bueno,
aunque
no sabe de historia,
con
la pluma no es un genio,
tampoco
en ciencias es ninguna gloria,
de
cátedras no entiende,
no
es de carrera ni tiene estudios,
ni
tampoco comprende
ni
tan siquiera como está el mundo.
Pero
su vida está repleta de ternura
y
es tan ingenuo que no tiene ni maldad,
y
hay mamarrachos que disfrutan con sus burlas,
que
no conocen la palabra caridad,
y
ahora anda loco con su amorío
que
le acompaña en su peregrinar.
Marcando
el paso disfruta
en
alguna procesión igual que un niño,
con
su gesto acelerao
y
haciendo delicias entre los chiquillos.
Nadie
le regaló nada
y
toda su vida la dio trabajando,
sin
importarle la lluvia, el frío o el calor,
y
sin más compañía que un triste cartón,
y
de Carlos el Legionario,
podrían
aprender bastante,
ahora
y antaño, muchos mangantes.
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