jueves, 30 de agosto de 2012

Capricho andaluz - 1973 - Antonio Martin García





Una mañana baje a la playa de la Caleta,
de esa que dicen que su arrecife
es un ensueño, es un ensueño.
De esa que tienen como la novia de algún poeta,
de esa Caleta que sólo Dios puede ser su dueño,
su único dueño.
Baje a la playa que tantas veces me vio de niño
cuando jugaba alegremente sobre su arena,
y mientras tanto yo paseaba con mis recuerdos
iba sintiendo profunda pena.
Iba sintiendo pena
por aquella gente que me reprochaba
que a ti me dirigiera
porque ya tuviera quien te venerara.
También tiene la Luna,
un Pierrot por amante,
y viendo su hermosura
Pierrot se siente el más farsante.
Como no dedicarte mis cantares,
si en esta piel llevo tu brisa
y me parió mi mare en el barrio la Viña,
yo nací caletero.
Como, si a mí también me tienes loco,
quién va a impedir que mis piropos
no se conviertan coplas
y encallen en tus rocas como barcos veleros.
Quién va a prohibirme
siendo mi alma caletera,
que a ti yo pueda dirigirme
para que yo te quiera cantar,
se muera quien se muera.

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