Clama la voz del pueblo
en largo llanto hondo y crecido.
Solo ante la injusticia
se ve explotado sin compasión
presa de la avaricia.
del perro mundo mal repartido
cumple su incierto sino,
siempre sudando de sol a sol.
Lo mismo el peón,
el carpintero, el albañil,
el marinero o el labrador,
bajo la lluvia y la calor
siguen doblados en su afán
por la miseria de un jornal
que no les deja para vivir
sudando sangre hasta morir.
Siempre la sombra fantasmal
del paro les hace temer
por unos hijos y un hogar
por el calor de una mujer.
Si es de aquí, aquí vale por dos
porque trabaja el doble
el bravo español.
Con tesón, sus nobles manos
son las que levantan
alto nuestra nación.
Fatigado de clamar,
el pueblo ya no aguanta mas,
clavado al tajo y al hambre
para enriquecer los cuatro vivos
que parió el poder.
Este abuso y malvivir
el país no debe admitir,
porque siempre han tenido al trabajador
crucificado como al Señor.
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