Llevando la botella bajo el brazo
y aligerando el paso
se le echa la hora encima,
mirando atentamente cada puerta
Manuel ya no se acuerda
muy bien donde es la cita.
Acude un año más entusiasmado
a formar parte de un rito,
es uno de los pocos invitados
y está maravillado
pasando estos ratitos.
Como le gusta este ambiente
no necesita el dinero,
para escuchar lo que siente
no espera nunca febrero.
Sabe dónde está lo bueno
y cómo hay que escucharlo,
compartiendo el vino
compartiendo el vino
y empapándose de embrujo,
viviendo un buen rato
y pasando de los payos,
Manuel como poca gente
comprende el lujo
de disfrutar de un ensayo.
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