viernes, 4 de octubre de 2013

La botica - 1997 – Constantino Tovar Verdejo




Cuentan que había una trastienda,
en la almacén del lao su casa,
donde una vez cerrá la puerta,
siempre ensayaba una comparsa,
y a cambio de ir a unos mandao,
aquel chicuco le dejaban,
estar escondió entre unos sacos,
para escuchar como ensayaban,
desde muy niño le gustó,
eso del cante, de la caja y el bombo,
hoy sigue siendo un majarón,
de chirigotas, de comparsas y coros,
aficionado de carnavales,
y enamorado de Cádiz,
pues lo lleva en la sangre,
su locura es su desgracia,
el que lo vive tan dentro,
con lo que le gusta esto,
y jamás ha cantao en falla,
se ve que le duele el alma,
entre el padre y el trabajo,
siempre el hombre sa quedado,
sin poder salí en comparsa,
no lo puede remediar,
cuando suena carnaval,
le pone el vello de punta,
y lo cantiña entre dientes,
dice que daría la vida,
por salir algún año y cantar a su gente,
más quisieran los que salen,
querer a esta fiesta,
como tú la quieres.

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