miércoles, 25 de septiembre de 2013

La trinchera - 1996 - Antonio Martínez Ares




Cuando arrancó el primer grito la comadrona le dijo
"es un niño y es muy guapo" y ya tenía en la cuna
su ropita blanca luna, su babero y sus zapatos. 
Pero cumplió nueve años y el día de los Reyes Magos 
la alegría se torció: se abalanzó a una muñeca
y dejó la bicicleta  que su pare le compró.
Siempre ocultando sus gustos por el que dirán, 
que es preferible dos cuernos a ser homosexual.
Por esas cosas que pasan  un día se enteró 
que estaba condenaito  a irse al cajón. 
Desde niño tuvo que tragarse  "fulanito es maricón"
O escuchar a su propia madre "
¡Dios mió que habré hecho yo!" 
Como tantos en el mundo se tuvo que resignar
a sufrir cada segundo encerrao en un hospital.
Hace un año que S. Pedro fue a su cuarto a visitarlo.
A él no lo mató el SIDA  se murió el mismo día 
que le cambiaron los pañales. 

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