Llegó pronto del cole pá almorzar
porque tenía que irse muy temprano,
le dio de nuevo un repaso al disfraz
y al repertorio que habían ensayado.
Por fin llegó la hora de actuar,
con sólo doce años se moría de ganas
de estar en el Falla pá canta,
soñando con después llorar,
llorar de alegría en sus tablas.
Nunca estuvo en su vida en un teatro tan lleno,
cuando el telón se abría cómo le temblaba el cuerpo,
pero solo escuchaba los gritos desde lejos,
los nervios que tenía los cambio por miedo,
en cantar se esforzaba pero aquellos mayores
sólo gritaban ¡fuera!
Esos sueños infantiles gente sin entrañas
lo echaban por tierra, y cuando el telón ya caía
el que había soñado llorar de alegría
lloró de pena, lloró de pena.
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